martes, 9 de enero de 2018

Madurar como consumidor

No son pocas las veces que he pensado que soy un consumidor compulsivo de pensamiento y, la mayoría de las veces, tímido en la ejecución de mis compras. Me caliento con facilidad mirando por internet algo que quiero. Me engorilo fantaseando con eso que, de repente, me apetece querer. Pasan los días reflexionando los pros y contras, y...puf! (referencia a la evolución de Pokémon gratuita) gatillazo. Como vino, se fue. Los rescoldos se terminan por apagar si bloquea esa compra en mi mente. Ahora mismo me está pasando.

He sido un comprador irresponsable, no me escondo. He cometido errores con mis adquisiciones, pero también aciertos. Pero escuecen más los primeros que lo que brillan los segundo. Comencé tarde y a lo burro, en esto del consumismo. Comprando manga, allá por el 2003. Y a lo largo de los años le han seguido videojuegos, entretenimiento digital (Netflix) y libros. De este último, estoy especialmente orgulloso pero me considero un neófito a la hora de comprar lectura.

He evolucionado con mis compras, y mis gustos también lo han hecho. Me freno cuando claramente es una locura, pero eso siempre lo he hecho. Compro lo de siempre, pero gasto menos, o mejor dicho, compro mejor. Eso me hace sentirme satisfecho. Creo que es determinante el contexto en el que vivas y las prioridades que tengas. No es lo mismo vivir con tus padres, que estar de alquiler, o pagando una hipoteca y/o un coche. A veces, las circunstancias nos vienen dadas y somos nosotros los que decidimos de qué manera las abordamos.

Es importante darte cuenta que si te viene un gasto grande, deberías comprar menos cosas prescindibles. Entro en mi cuarto y ahora escuece mirar las estanterías y pensar en el dinero invertido  por coleccionismo vacío y no por fanatismo apasionado e ilusionante por algo. Tengo ese síndrome de Diógenes de Steam con los videojuegos. Tanto es así que le he tenido que poner freno haciéndome un listado en How long to beat de lo que tengo pasado y lo que tengo por tener, por enésima vez y que no voy a tocar ni con un palo. Aún así, no soy ese tipo de persona que vende de segunda mano en un Game lo que se ha pasado. Lo que compro tiene un valor sentimental, sobretodo si se trata de libros y videojuegos. En cuanto a la música, desarrollé mis gustos en pleno auge del ADSL y la fibra óptica a 16 kbps. Kazaa y eMule han sido aliados inestimables. Pero soy consecuente, lo que me gusta, lo compro. Hace no mucho, compré un par de CD´s, un formato obsoleto, soy consciente, pero me da la vida en mis viajes en coche al trabajo. Lo que quiero decir es que es lo que te gusta y no hay nada de malo en invertir en ello.

Cuando miro algo y la principal contra es el precio, le busco la utilidad y/o amortización el tiempo. Si no está nada claro, aborto misión. Así funciono.

No soy derrochador, y sí, me doy más caprichos de los que debiera. Considero importante tener alguien cerca como contrapunto para darte cuenta que igual no compro tan bien como creía. Veo una progresión en mi consumo en los últimos quince años, y puedo decir que me siento evolucionar en positivo y me dan ganas de hacerlo todavía mejor.

No hay comentarios: