Para mí el dolor aún es pujante. Siento haber salido de un sueño para caer en la realidad. No puedo evitar sentirme culpable por todo el tiempo que estuve dormido cuando algo importante estaba sucediendo en mi ausencia. Ahora, despierto, me siento desorientado, me lamento por haberme perdido algunos episodios de la vida que ahora me ahogan en lo más profundo de mi desesperación. Quiero gritar, pero no puedo. Puedo llorar, pero en silencio. Siento que me roban algo que, lejos de ser mío, guardo con celo en mi mente y corazón.
Cuando miro directamente al exterior del lago donde me hundo, duele, cuando imagino, creo morir. Tengo miedo al olvido, a ser etéreo, al "no me importas". Naufrago desde hace meses. Me refugié en una remota cueva, lejos de esas olas que no hacían más que mecerme violentamente contra mi voluntad. Sentí paz momentánea después de la tormenta. Pero siempre en mi cabeza esa voz de sirena que me arrastraba fuera de mi refugio.
Se me necesita fuera, pero toda luz que encuentra mi rostro ciega mis ojos, los irrita, los mata lentamente. Aún así voy a su encuentro, no quiero más oscuridad. Pero disfrazado, oculto, me espera un nuevo obstáculo. No soy capaz de percibirlo pero me aleja más de la orilla.
Desespero, quiero una salida. Volver donde pertenezco. Avanzo pero la piedra carmesí cada vez se hace más pesada, me hundo nuevamente.
Hago acopio de voluntad, de amor propio, de orgullo. Parece que llego. Soy capaz de enfrentarme a lo que sea. Me quiero.
Libro una batalla contra la naturaleza. Bella y sabia, fuerte y cruel. Temo que nunca ganaré. Me debilito por momentos, y mi mayor debilidad soy yo mismo, mi corazón. Quiero salir, quiero salir , por favor. No merezco esto.
Me odio, ¿por qué me pasa esto? Me quedo sin fuerzas.
Al fin lo comprendo, se que es lo que necesito. Aún estoy buscando pero la verdad reside en mí. Acéptalo y madura de una vez.
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