lunes, 13 de agosto de 2012

Tristeza: espada de doble filo

Cuando se está frustrado, decepcionado, triste, enfadado,...no hay consuelo aparente, nos encerramos en nosotros mismos y nos volvemos hasta cierto punto egoístas. Egoístas con la gente de nuestro entorno que lo único que intenta es darte ánimos, consolarte, te presta un hombro sobre el que apoyarte y descargarte. En definitiva, de ayudarte.

Es una práctica muy común, todos lo hacemos cuando pasamos por momentos difíciles. Pero al estar en las dos posiciones (más en la segunda que en la primera), puedo decir que quien nos apoya puede salir muy herido, sin querer, si, pero herido igualmente. Situaciones como no escuchar, decir que todo importa una mierda, y lo peor de todo: NADIE ME QUIERE.

Son palabras (la última la que más) que hay que medirlas con regla, porque estas pegando el hachazo a quien se preocupa por tí. ¿Acaso esa persona tampoco te quiere? ¿qué gana entonces el escuchándote? Estar deprimido por lo que sea no da derecho tampoco a pasar por encima de la gente. Lo que se consigue con eso es erosionar, poco a poco, pero inexorablemente, una relación de mutua confianza.

Solo una cosa: consideración hacia los que sí se preocupan por tí.

2 comentarios:

Irene dijo...

Creo que es mejor pasar de alguien cuando está muy deprimido o muy enfadado, porque entonces eres "tú" quien sufre las consecuencias.

Es mejor decir "si necesitas algo, llámame" que insistir, porque así cuando el "afectado" se relaje y haya soltado todo (cosas como lo de nadie me quiere) se podrá hablar con él o ella tranquilamente ^o^

Mariodono dijo...

@Ireko Azartash tienes razón, en parte. Hay mucha gente que, tras una temporada de reflexión, sigue diciendo esas cosas. Me parece que tienen el sentido del victimismo muy desarrollado :s