viernes, 12 de junio de 2015

Viernes de ceniza

En ocasiones perdemos la perspectiva de las cosas en su conjunto, nos ceñimos a nuestra propia visión cerrada, acartonada y simplista de nuestra propia realidad sin considerar otros factores.
Esto ocurre sin darte cuenta, te enfadas cuándo no sale todo como tú quieres. No es un enfado cualquiera, juras venganza del modo más lascivo y grosero en tu cabeza. Te tranquilizas al cabo del rato. Ves las cosas de otra manera. Más sosegado. Das una razón lógica a las cosas pero hay veces que no es satisfactoria, sino que realmente había algo podrido dentro y no sabes qué es. Te echas la culpa, algo tendrás que ver para que ello terminara de aquella manera. Entras en modo mártir. Pero es probable es que tú no tengas nada que ver, sino que las cosas no son como creías. Un disfraz, te engañan con una sonrisa de lo más dulce y bonitas palabras. Ingenuamente piensas que el mundo te debe algo de lo que das. Hay quien me diría que soy un bocado apetitoso para la sociedad, con una mentalidad fuera de lo moralmente asentado, el blanco de todas la flechas, condenado a darme de morros una y otra vez contra la realidad, que haría bien en espabilarme y ser un cabrón inmisericorde. Nunca dar el paso por temor a quedarte sólo. Como el dicho ese que reza algo así:
Tantos corazones sinceros siendo destrozados y cuantos corazones hipócritas siendo amados
 No aceptas que el mundo premie ciertos comportamientos, pero quien lo hace es porque también es practicante de tales artes.
 
Camino con el perfil bajo, tratando de no llamar la atención. Cuanto menos me manche mejor, no acostumbro a balar junto al rebaño. Me acorazo y me descorazono en el proceso. Visión pesimista del conjunto. Te hundes en tus propios juicios, estrechez de miras. Hace tiempo que me baño en mi propio barro, y no lo llamo leche de burra porque no pretendo hacer de mí una versión elegante cual Cleopatra.
 
Vivimos condicionados por la comparación para discernir quién está más cercano a la prosperidad. Y siempre priman los números. Cuantos más mejor, como siempre y como en todo. Logros al fin y al cabo. Quien tiene trabajo, quien no. Quien tiene más amigos, quien menos. Cuántos"me gusta" n las publicaciones de sus redes sociales, quien no tiene a penas ninguna. Quien tiene coche, casa, pareja o quien no tiene ninguna de esas cosas. El juego del mucho y el poco. Del mejor y del peor. Del afortunado y del desgraciado. Del orgullo y del desgraciado. De ti siendo alguien o no siéndolo. Todo está condicionado. Todo esta atado a unos parámetros medibles por herramientas que no nos llevan a nada. A la autosatisfacción personal.
 
Vivo mientras me acostumbro a no esperar nada, ni justicia divina o terrenal. Pero salivando en ver caer torres que antaño fueron altas y esplendorosas en un mundo ilusorio creado por nosotros mismos. Señor de un castillo en tierras siempre nubladas, a menudo lluviosas y agradecido por ver algún rayo de luz.

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