sábado, 6 de enero de 2018

Balance de 2017

Hace algo más de una semana escribí por twitter mi impresión escueta del año pasado. Yo, los años no los empiezo de fiesta, es más, el día de año nuevo suele caer lluvioso y tristón. Normalmente teniendo que recoger, hacer maletas y directos a la rutina. No me alegra empezar un nuevo año, es irrelevante y una excusa para celebrar unas fiestas y ver a la familia. Yo no empiezo el año de cotillón, borracho y con amigos. Pero eso no es lo que me hace que no me guste estas fechas.

Así justamente empecé 2017, con prisas y de forma gris. Pero contrariamente a cómo fue la segunda mitad de 2016, este ha sido infinitamente mejor. Si tuviese que resumirlo en una frase, ha sido un año de "me suda todo la polla". He evolucionado, he aprendido a que todo me resbale, y sinceramente, se vive mejor. Sin apegos innecesarios, siendo egoísta y yendo a mi rollo. Como siempre, se suelen tener momentos de bajón, de estar necesitado, de socializar, de que te quieran los que a ti te apetece realmente. Pero este año, esos periodos han sido cortos, uno o dos días consecutivos a lo sumo. Me han dejado de joder cosas que antes me ponían histérico. He aprendido a poner filtros emocionales cuando abro una red social. Me he convertido en una persona no exenta de sentimientos fuertes pero los he tenido a raya, a fustigarme internamente cuando se desbocaban. Me he convertido, más aún si cabe, en una persona flemática.

En 2016 veía las cosas de forma más tensa, más analítica. Viendo los trenes pasar y como los perros que no entienden que está sucediendo, ladraba, me encabronaba. He escuchado por ahí, que la ducha o la bañera es el lavadero del alma. Yo hacía lo contrario, en la ducha me encabronaba solo con situaciones que no me gustaban. Este año he reflexionado tanto como el anterior, pero con una nueva perspectiva de todo. Más contenido, más visceral, menos emocional y sobretodo, eso ha afectado al ánimo. Contrariamente a lo que sería lógico pensar, he sido más feliz de esta forma. Abrazando mi escepticismo como una parte de la realidad, he sido más despreocupado, más libre de sentirme contento conmigo mismo y con el mundo. Sigo conservando los mismos sentimientos negativos (envidia, ira, indignación,...) pero al tragármelos no me he envenenado. Vivo en una burbuja, pero la pompa no es tan fina, no se rompe con soplarle. Este año, la ducha no ha sido como mi cuarto interior secreto para despotricar, simplemente me resbalaba todo y se iba por el desagüe. 

En otro orden de cosas, he reajustado mi balanza de ocio. Menos anime, menos videojuegos, más películas, muchas más series y libros. Me ha gustado el cambio, pero sé que puedo hacerlo mejor. He mantenido mi nivel de frikismo, he aumentado el consumo de unas en detrimento de otras. Principio de compensación. Aunque este año seré más ambicioso, no quiero mantener, sino aumentar. De hay que dijese que podía hacerlo mejor.

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